Crónica: Primavera Sound 2007 (I)
Durante la pasada semana tuvo lugar en el Parc del Fòrum el Festival Primavera Sound y unos días más tarde aquí estamos para intentar dejar constancia de mis impresiones acerca de lo allí ocurrido, con la garganta todavía destrozada y los recuerdos empezando a encontrar su sitio en mi cerebro.
El festival, según las cifras que se comentaban, sigue creciendo en espectadores (en su mayoría extranjeros) con respecto a pasadas ediciones, el recinto sigue siendo de lo mejor que uno se puede encontrar para llevar a cabo este tipo de eventos. La programación, cómo siempre, con las mejores intenciones y pretendiendo abarcar un amplio espectro de tendencias dentro de la escena independiente. Los horarios casi siempre cumpliendose a rajatabla y el sonido, a pesar de algún que otro problema, superior a lo que estamos acostumbrados en conciertos y festivales multitudinarios.
Miercoles 30 de mayo
En cuánto a la programación musical, el festival para mi lo abría Gnac, el proyecto en solitario de Mark Tranmer (mitad de The Montgolfier Brothers) que ofreció un set apoyado en la guitarra, bases pregrabadas y proyecciones que acompañaban a una música casi pensada para ese fin. Sin duda la delicadeza y detallismo de sus paisajes no son el tipo de música indicado para ver en una sala plagada de gente hablando, ni probablemente lo sea para salir de la habitación.
A continuación, aunque no tuvimos la suerte de que compartiesen escenario, tomaba el testigo la otra mitad en The Montgolfier Brothers -Roger Quigley- con su proyecto de pop confesional y oscuro At Swim Two Birds. A diferencia de anteriores ocasiones Quigley no vino sólo sino acompañado de la encantadora Sophia Lockwood al cello, aunque lejos de dar mayor profundidad a su discurso, las canciones de Quigley sonaron sin la fuerza de antaño, sin apenas emoción. Si antes erizaba la piel con su sóla presencia y su voz sincera sobre el escenario, esta vez las interpretaciones fueron torpes -Sofia pecó de inexperta en la inicial In Bed With Your Best Friend-, o incapaces de transmitir: cómo las enormes Close To o el cierre con Things We'll Never Do, interpretadas con el piloto automático. Había volado a Barcelona el miércoles por el magnifico recuerdo que guardaba de una actuación suya en un Tanned Tin y me llevaba la primera desilusión del festival.
Para cerrar la fiesta del miércoles, se presentaron en escena los franceses Oslo Telescopic, disfrazados con caretas y con la cara vendada en un ejercicio de masoquismo teniendo en cuenta la temperatura de la sala -La [2]-, bastante llena para un día laboral. Su actuación de la que sólo pude ver una parte debido a los horarios de transporte, fue todo un espectáculo inclasificable que deambuló entre el rock lo-fi, el funky y ritmos de todo tipo. Prometía diversión al menos.
Jueves 31 de mayo
El jueves las horas se me hicieron eternas hasta que llegó la hora de ir hacia el Fòrum, al menos el aburrimiento permitió que llegase justo a tiempo para entrar evitando las colas y problemas informáticos que despues provocarían esperas de más de una hora. Mi primera sorpresa fue el cambio de horario de gran parte de las actuaciones, del que muchos se enteraron pasadas unas horas. Así que, después de echar una ojeada rápida al recinto y reorganizar mi recorrido diario, me dirigí al escenario Estrella Damm a ver que ofrecían Herman Düne a los que tanto la hora cómo el escenario no les favorecía nada, y es que programar un grupo a las 19.15, tan sólo 10 minutos más tarde de abrir el recinto y en el escenario grande no tiene mucha lógica. Aún así, había bastante más gente que el año pasado a primera hora y el trío se esforzó por aportar las primeras alegrías al personal con temas de su destacable último álbum, Giant (Source Etc, 2006) sobre todo. Lo consiguieron especialmente con Good for no one de Not On Top (Track & Field, 2005).
Salí disparado hacia la primera fila del Rockdelux porque allí me esperaba uno de mis conciertos más esperados: Dirty Three performing Ocean Songs, o eso era en principio. Un Warren Ellis con prisas por empezar se adelantaba unos minutos al horario previsto y hacía salir de su violín las primeras notas de Sirena mientras a un lado del escenario algun miembro de 12twelve no perdía la ocasión de verlos de cerca. El concierto discurrió entre las prisas de Ellis, consciente de que el tiempo no era suficiente para abordar todo el álbum, sus discursos alucinados y los sonidos que venían del escenario Cd Drome entre tema y tema. Pero ni esto ni el hecho de que aún fuese de día estropearon el concierto. En un principio no me parecía Ocean Songs el mejor álbum para una propuesta de este tipo, pero ya desde Restless Waves quedó patente la facilidad de emocionar y transmitir del trío, absolutamente impresionantes, desbordando recursos, matices e intensidad. Increíbles sonaron también en Authentic Celestial Music, en Sea Above, Sky Below y en el cierre que aobrdaron a continuación debido a la falta de tiempo: la enorme Deep Waters. Aquí puedes ver un fragmento, aunque la calidad del sonido deja mucho que desear.
El cambio de horarios me hizo dirigir mi rumbo hacia el escenario ATP dónde Elvis Perkins (si, el hijo de Anthony) y su banda intentaron sobreponerse a la pérdida de los instrumentos en su viaje desde Paris y con unos prestados -los clásicos guitarra, bajo, batería, etc. qué, cómo el mismo explicó, en nada se parecía al instrumental que ellos traían- hicieron malabarismos para recrear su Ash Wednesday (XL, 2007) y entre las mil pruebas, protestas y problemas hicieron un concierto deslucido aunque con algún destello de calidad sobre todo en su parte final.
Lo de Slint fue otra cosa, venían para rescatar su imprescindible Spiderland (Touch & Go, 1991) y, lejos de lo que algún escéptico podría creer teniendo en cuenta el retorno de una banda tras más de década y media de separación, enseguida disiparon toda duda y demostraron porqué este disco es considerado la piedra Rosetta del rock independiente de los 90. Con unos juegos de luces espectaculares que realzaban las atmósferas y sensaciones de la música y un sonido milimétrico e intenso lograron convencer y reclamar la actualidad de una propuesta sin la que nuestras vidas y la música que nos acompaña hubiera sido diferente, esos tensos silencios... El último tramo del concierto, con la gente gritando I miss you! al final de Good Morning, Captain es probablemente el momento del festival. Mis prisas por ver a los Comets On Fire me hicieron perderme un bis que no esperaba, un tema inédito: Kings Approach. Podéis ver un fragmento de Breadcrumb Trail y Good Morning, Captain, pinchando sobre los títulos.
Benditos cambios de horario, pensé cuando llegaba a toda prisa al ATP. ¿Alguien se imagina esto a las siete y media de la tarde?. No. La coincidencia con Smashing Pumpkins hizo que delante del ATP se diese cita la gente justa para disfrutar del concierto del festival: una descarga de electricidad y psicodelia cómo pocas había visto en mi vida, los de Ethan Miller lo dieron todo sobre el escenario, en especial Utrillo Kushner a la bateria (vaya pedazo de bestia!), subidas electricas de proporciones gigantescas, una voz a punto de romperse, una apisonadora sobre el escenario. Si con Slint viviamos la represeantación perfecta del rock de los 90, con los Comets vivimos la mejor ración de rock en estado puro, peligroso, ruidoso, lisérgico, increíble. La apoteosis final con Whiskey River es algo que los que allí estabamos tardaremos en olvidar.
Después de esto, cena reparadora con los oidos aún zumbando y sin moverme del ATP llegaba una de las propuestas más diferentes del Festival: Fennesz + Mike Patton, una mezcla que muchos creíamos imposible y que en mi opinión resultó cómo el agua y el aceite, no consiguieron sonar cohesionados en ningún momento y el resultado fueron momentos de belleza (los menos) intercalados en un caos perpetrado por el ex-Faith No More/Fantomas/Tomahawk sobre las bases que el austríaco construía con maestría. La apuesta en principio interesante al final no resultó tanto, aunque bien valía la pena arriesgar. De allí me dirigí, sin mucho entusiamo eso sí, a ver a los White Stripes, o al menos esa era mi intención pero la multitud que desbordaba el escenario Rockdelux sólo me permitió ver un par de temas desde la lejanía. Al final me di por vencido y me fui de vuelta para casa con la garganta tocada y la alegría de haber visto tres conciertos enormes.
Fotos Dirty Three/Slint: Hempror (http://liveshot.canalblog.com). Muchas gracias.
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