Josephine Foster - This Coming Gladness
Josephine Foster
This Coming Gladness (Bo Weavil Recordings, 2008)
PSYCH-FOLK / AVANT-FOLK Son intrincados los caprichos del destino en el submundo indie, mientras el mercado acoge alegremente a decenas de cantautoras de voz y composiciones un tanto genéricas y efectistas, This Coming Gladness ha pasado desgraciadamente sin pena ni gloria por la blogosfera y redes sociales y ni siquiera ha conseguido una mención en algunos de los medios musicales más importantes. Hechos, cuanto menos, sorprendentes, máxime cuando Josephine ha conseguido con este disco el que posiblemente sea su trabajo más certero hasta la fecha, desmarcándose de toda corriente y de todos, abriendo distancia y camino.
Después de editar dos de las piedras de toque folk de los últimos años Hazel Eyes, I will lead you y Wolf in Sheep’s Clothing, éste ultimo basado en poemas románticos alemanes, Foster da otra vuelta de tuerca a su personal discurso de folk sin corsé. El material que se extrae de su interior es un conjunto que suena navegando entre dos aguas, mezclando la característica voz limpia y libre-conductora de dejes pre-operísticos de Josephine con el magnífico trabajo, no siempre harmonioso, que hace Víctor Herrero a la guitarra, que consigue sonar nítida, translúcida y encriptada con el juego que le extrae al reverb y a las tonalidades escuela no-guitarrista que suelta. El nexo que acaba de solidificar la mezcla es el impecable y sigiloso drumwork, obra del siempre certero Alex Neilson (Jandek,Six Organs of Admittance, Richard Youngs etc.).
Una mezcla que suena arrebatadora, capaz de dejar tras de sí un ambiente aislacionista e hipnótico que contiene desde cantos ensoñadores como “All I wanted was the moon” pasando por el tono confesionario de “The lap of your lust” hasta el romanticismo de “Waltz of green” reforzado por su arpa que acaba interrelacionándose de forma clarividente con un ritmo cadencioso heredero del Kraut y los slow-riffs de Herrero. La pieza que cierra el disco, “Indelible rainbows” dota un matiz más abierto y luminoso a su música, que se acerca a una Velvet rural.
Éste es, en definitiva, el disco que debería llevar a su autora a un imaginario panteón con otros excéntricos y desatados prodigios de la naturaleza como Brigitte Fontaine, Carla Bozulich, Nico o Karen Dalton. Su lugar está allí, y lo mejor de todo es que no se le adivina techo compositivo. El fuego arde en este disco.
Después de editar dos de las piedras de toque folk de los últimos años Hazel Eyes, I will lead you y Wolf in Sheep’s Clothing, éste ultimo basado en poemas románticos alemanes, Foster da otra vuelta de tuerca a su personal discurso de folk sin corsé. El material que se extrae de su interior es un conjunto que suena navegando entre dos aguas, mezclando la característica voz limpia y libre-conductora de dejes pre-operísticos de Josephine con el magnífico trabajo, no siempre harmonioso, que hace Víctor Herrero a la guitarra, que consigue sonar nítida, translúcida y encriptada con el juego que le extrae al reverb y a las tonalidades escuela no-guitarrista que suelta. El nexo que acaba de solidificar la mezcla es el impecable y sigiloso drumwork, obra del siempre certero Alex Neilson (Jandek,Six Organs of Admittance, Richard Youngs etc.).
Una mezcla que suena arrebatadora, capaz de dejar tras de sí un ambiente aislacionista e hipnótico que contiene desde cantos ensoñadores como “All I wanted was the moon” pasando por el tono confesionario de “The lap of your lust” hasta el romanticismo de “Waltz of green” reforzado por su arpa que acaba interrelacionándose de forma clarividente con un ritmo cadencioso heredero del Kraut y los slow-riffs de Herrero. La pieza que cierra el disco, “Indelible rainbows” dota un matiz más abierto y luminoso a su música, que se acerca a una Velvet rural.
Éste es, en definitiva, el disco que debería llevar a su autora a un imaginario panteón con otros excéntricos y desatados prodigios de la naturaleza como Brigitte Fontaine, Carla Bozulich, Nico o Karen Dalton. Su lugar está allí, y lo mejor de todo es que no se le adivina techo compositivo. El fuego arde en este disco.