09 noviembre, 2007

Tanned Tin 2007: Crónica

Cómo ya sabréis, el pasado fin de semana se celebró la IX edición del Festival Tanned Tin en Castellón. Cinco días con la música cómo principal aliciente de una programación atenta a aquellas propuestas más arriesgadas y menos habituales dentro de la cada vez más superpoblada escena de conciertos y festivales española. A pesar de la ausencia de nombres de relumbrón el festival se sigue consolidando y consiguió agotar las entradas la mayor parte de los días.

Al éxito de público hay que añadir una exquisita organización: cumpliendo estríctamente los horarios (a veces demasiado), recintos espectaculares, sonido perfecto y trato casi inmejorable (la única pega el excesivo celo de los vigilantes de seguridad sobre todo el jueves en el Auditori dónde no se permitía la entrada de cámaras). Para que el fin de semana fuese redondo simplemente había que confíar en los artistas que conformaban el cartel. Y, ay, es una pena pero el resultado final fue ligeramente decepcionante. El fin de semana estuvo plagado de actuaciones correctas, alguna destacada y más decepciones de lo que nos gustaría. Pero claro, quién no se arriesga no gana.



Jueves 1 de Noviembre
Auditori

Mia Doi Todd fue la encargada de abrir la tarde del jueves, aunque el día anterior Half Asleep y The Third Eye Foundation inauguraron el festival, ofreció un set corto dónde demostró que tiene una gran voz y un puñado de buenas canciones. Acompañada solamente de su guitarra acústica estuvo algo tímida y poco comunicativa. Le faltó algo de conexión con el público que poco a poco iba llenando el Auditori.

Sandro Perri se presentaba con el notable Tiny Mirrors (Constellation, 2007) aún fresquito y, aunque su actuación estuvo un poco mejor, la expectación levantada hizo que su concierto supusiese una pequeña decepción para los que esperabamos que surgiese la magia. Acompañado tan sólo de su guitarra y de unas bases de percusión, sus canciones perdieron parte de la riqueza del estudio. Además tampoco tuvo tiempo para ir creciendo, este fue uno de los principales problemas a lo largo del fin de semana (algunos conciertos excesivamente cortos).

Tras él saldrían a escena Spain, que se reunían para recuperar en directo el The Blue Moods of Spain (Restless Records, 1995) uno de los discos que a mediados de la pasada década los sitúo en las primeras filas del slowcore. Los de Josh Haden cumplieron y dejaron muy buenos momentos (It's So True, Ten Nights, Spiritual...) aunque el excesivo volumen (algo habitual a lo largo del fin de semana) hizo deslucir alguno de los momentos más intímos.

Tomaría el relevo un nuevo solista: David Thomas Broughton, que a diferencia de Mia Doi Todd y Sandro Perri si supo trasladar su discurso y conectar completamente con un público entregado. Repetía actuación tras el buen sabor de boca del año pasado en el Casino y su actuación en el Primavera Sound de este mismo año. Y su show sigue atrayendo a pesar de haberlo visto, su puesta en escena está por encima de los demás hasta el punto de que a veces parece más un actor que un músico. Con recursos infinitos: un globo desinflándose, su propia tos... cualquier cosa le vale para tejer el esqueleto de los temas que va elaborando en bucle con la ayuda de su guitarra, su ukelele y su voz. Another Hole, mientras golpeaba la pared del patio de butacas del Auditori, fue el colofón perfecto para la primera gran actuación del festival. Breve, pero intensa.

Superado el ecuador de la noche, el toque intimista se disolvía y llegaba la parte más eléctrica de programa. Me presentaba escéptico ante la actuación de Xiu Xiu, ya los había visto con anterioridad y no me acababan de entusiasmar -Jamie Stewart me supera con su teatralidad-. Pues esta vez si lograron atraparme en un buen concierto, esta vez en formato trio (cuánto ganan sus actuaciones con bateria, ¡que batería!), plagado de intensidad y con canciones mucho más accesibles que en la última ocasión, no en vano La Foret (5RC, 2005) y The Air Force (5RC, 2006) son sus trabajos más digeribles y más directos. Esta vez la potencia no les hizo perder matices y sus canciones sonaron tan redondas cómo desgarradas.

Con The Ex llegó la revolución al recinto, la gente se arremolinó alrededor del escenario abandonando sus butacas desde el primer momento, a pesar de los intentos del personal de seguridad (la banda incluso se llegó a encarar con alguno). En lo musical la veterana banda derrochó una actitud casi punk (pidieron también que no se utilizase el juego de luces del escenario), aderezada con mucho ritmo y sobre todo un sonido apabullante. Durante un concierto que a mi, personalmente, se me hizo demasiado lineal. A pesar de esto fueron los claros triunfadores de la noche entre el público asistente.

Tras ellos el turno correspondía a Deerhunter, que llegaban como una de las revelaciones de la temporada tras su magnífico Cryptograms (Kranky, 2007). Su actuación fue cómo un jarro de agua fría: apenas unos 40 minutos dónde la banda se mostró un tanto insegura (a excepción de la seeción rítmica) e irregular. La escasa duración hizo que la atmósfera que parecía intuirse no llegase a cuajar y buena parte de sus mejores piezas se quedaron fuera por falta de tiempo. Cryptograms y Strange Lights fueron de lo más destacado de una actuación a medias. Al final Bradford Cox discutía con el técnico visiblemente disgustado por la escasa duración de su set. Por otra parte incomprensible, ya que supuestamente era uno de los atractivos del cartel y no se llevaba retraso acumulado durante el día.

El punto final a la noche lo pusieron los japoneses Acid Mothers Temple, con tres largas jams de electricidad, distorsión y riffs interrumpidas por una rotura de cuerda que dió lugar a la improvisación más freak del festival. Con el trío al completo volvieron a la carga y sonaron más pesados de lo esperado y menos acid de lo previsible. Brillaron sobre todo en su segundo asalto, el más psicodélico de los tres.


Viernes 2 de Noviembre
Casino Antiguo

La primera de las dos mañanas en el Casino tampoco nos dejó emociones fuertes. Abría fuego la encantadora Laura Gibson que desnudó sus canciones para vestirlas tan sólo con su dulce voz y la guitarra. Esperemos poder verla con banda algún día porque la chica demostró que voz y canciones no le faltan.

The Floorbirds ofrecieron traían la america más tradicional al Casino y su concierto fue simplemente correcto. Buenas voces, buena ejecución, pero a sus composiciones les falta ese punto que las haga sobresalir. Lo de La Jr. se quedó en un naufragio, en un grupo a la deriva en la búsqueda de un discurso tan personal y experimental cómo poco definido.

Teatre Principal

La tarde del viernes fue sin duda la jornada más decepcionante de todas las ediciones a las que he acudido, con la mayor parte de grupos diluyendo sus matices en favor de un mayor volumen. Dirty Projectors estuvieron, al menos, entretenidos en su revisión del Damaged de Black Flag, a pesar de que su Rise Above (Dead Oceans, 2007) no me entusiasma, supieron trasladarlo al directo con frescura y solidez.

Tras ellos, se presentaba Raül Fernández con su banda Refree mientras buena parte del público abandonaba el Teatre para irse a cenar o tomar algo. Mientras la banda, perfecta en todo momento, desgranaba casi al completo los temas de Els Invertebrats (Acuarela, 2007), en un concierto inexplicablemente largo para el formato de festival y más teniendo en cuenta la duración de otros. Raül estuvo muy cómodo sobre el escenario e incluso se paró a explicar la historia detrás de cada canción.

Asobi Seksu reclamaron su papel protagonista con un concierto en el que supieron jugar sus bazas con acierto, sin apenas tregua entre temas aprovecharon cada segundo de su escaso tiempo para hacer un alarde de potencia y actitud. Sus temas perdieron matices con respecto al estudio aunque lo compensaron perfectamente con su entrega sobre el escenario. Viendo su actuación no podía quitarme de la cabeza el mal sabor de boca del concierto de Blonde Redhead en el Primavera Sound. Thursday y Strawberries fueron las pildoras envenenadas de la noche.

Califone fueron otra pequeña decepción particular, su folk-rock cálido y mutante no llegó a las cotas esperadas de ellos tras el magnífico Roots & Crown (Thrill Jockey, 2006). En un concierto al que le faltó recorrido -otra vez lastrados por el tiempo- predominaron los temas más rock en detrimento de su parte más relajada. Además el público se encargó de cargarse el clima creado al final de su actuación con los temas más reposados, al preguntar la banda al ser avisados del tiempo si preferían ¿loud or quiet? la mayoría apoyó la opción ruidosa. Y así terminó una actuación que supo a muy poco.

El torbellino de guitarras y teclados del último trabajo de Frog Eyes se debió quedar en casa, porque su actuación estuvo marcada por el tremendo volumen de los instrumentos que unidos a la desquiciante y dramatizadísima actuación de Carey Mercer hicieron el concierto demasiado pesado. Poco creíbles y sin gancho.

Otros que no pasaron de correctos fueron Norfolk & Western, el proyecto del bajista y guitarrista de M. Ward, que cómo sus compañeros de reparto parecieron ser abducidos por el ruido y su actuación resultó más enmarañada de lo deseable.

The Sea & Cake parecían los encaragados de dar lustre a una noche hasta el momento pobre y monótona y, sin deslumbrar, cumplieron las expectativas. Los de Chicago subieron el nivel de la noche con su elegante y personal propuesta. Aunque está claro que a pesar de su pedigree no son el grupo indicado para levantar a un Teatro. En una actuación de menos a más su experiencia sobre las tablas les guió durante una actuación solvente y que tuvo momentos de brillo cómo la deslumbrante Exact To Me.

Ya entrada la noche llegaba otro concierto interesante: Raccoo-oo-oon se plantaban en el escenario con las intenciones claras. No dieron tregua, hasta el punto de que tuvieron que cortarles cuando se disponían a seguir con su actuación y, aunque les falto la precisión de sus discos (se los vió un poco atropellados) ofrecieron un espectaculo de percusión y electricidad a raudales, en un concierto que los confirma cómo grupo a seguir bien de cerca. No debemos olvidar que este es el año de su debut y que aún les falta rodaje.

El cierre a esta segunda noche lo pusieron Wolf Eyes, el cierre perfecto para una jornada en la que el ruido se impuso a la melodía. Su extrema propuesta consiguió que más de uno abandonase el Teatre antes de tiempo, nosotros entre ellos. El sábado había que madrugar.


Sábado 3 de Noviembre
Casino Antiguo

El sábado por la mañana tenía uno de los carteles más atractivos de todo el festival y por suerte no defraudó. Esta vez con el Casino a oscuras, con las ventanas cubiertas por cortinas cómo haciendo un guiño al disco de la encargada de desperezarnos. Sí, Cover The Windows And The Walls (Root Strata, 2007) fue el pilar de la actuación de una Liz Harris que, a pesar de los nervios (se pidió una tila que iba tomando temblorosa entre temas), y sentada en el suelo con su guitarra y un cassette consiguió enmudecer a la sala incluso en las pausas y crear el ambiente propicio para su música. Así, las guitarras hipnóticas, su voz y los ambientes que caracterizan a Grouper inundaron el Casino y consiguieron levantar al público un palmo del suelo. Flotando entre nubes y perdidos en su mundo. Uno de los conciertos del festival.

Su relevo lo tomó el dúo Arborea cuyo concierto también alcanzó momentos de magia, un folk de raices profundas que desplegaron en medio de la magnífica atmósfera que se respiraba esa mañana y que ellos supieron conservar. Dos voces preciosas y una instrumentación sutil al servicio de unas composiciones tan sencillas cómo atractivas. Dance, sing, fight sonó inmensa. Otro lujazo.

Por último SJ Esau, al que no conocía, ofreció un show en el que con sentido del humor y su buen hacer con los samples (músico profesinal, dice) se fue ganando al público y acabó cerrando el mejor grupo de actuaciones de todo el festival. Mañana redonda.

Teatre Principal

Última noche que pasabamos en Castellón y en ella pudimos vivir lo mejor y lo peor del festival. Numbers salieron a escena vestidos de blanco impoluto, el trío de San Francisco se presentaba en España con su reciente Now You Are This (Kill Rock Stars, 2007) y su indie rock con las inquietudes propias de su sello fue un buen aperitivo para lo que estaba por llegar.

Sus vecinos de San Francisco, Tarentel, visitaban España por primera vez en más de 10 años de carrera. Apagaron las luces y con las proyecciones de Paul Clipson dió comienzo el espectáculo: una jam de apenas media hora dónde dieron rienda suelta a las percusiones trepidantes y la guitarras afiladas de su último y descomunal Ghetto Beats On The Surface Of The Sun (Temporary Residence, 2007). De la intensidad de Sun Place nos trasladaron a un paisaje desolador de electricidad y efectos abrasivos con el que llegaron al final de su actuación en la que las proyecciones jugaban un papel tan importante cómo la música. Un concierto tan corto cómo impresionante, con el volumen justo -sin abusar-, que hizo que todos nos quedasemos con ganas de más.

Y tras los paisajes de los californianos llegó el turno a Damien Jurado que en poco más de 45 minutos completó la actuación más memorable del festival, absolutamente emocionante y cautivador. Sentado en el centro del escenario con su guitarra agradeció la oportunidad de cumplir su sueño -tocar en un lugar así- y comentó lo paradójico de tener que venir a España a hacerlo. Tras ello, su voz llenó cada rincón del Teatre sólo interrumpida por las ovaciones del público a cada pausa. Hoquiam y especialmente And Now That I'm Your Shadow en la que rompió a llorar fueron momentos inolvidables. El público lo ovacionó y obligó a salir a hacer un bis. Es la primera vez que lo veía en directo y tras verlo el mismo año que a Bonnie "Prince" Billy no sabría con quien quedarme. Genial.

Tras semejante demostración, Dolorean poco podían hacer. Así que se limitaron a defender su You Can't Win (Yep Roc, 2006), invitaron a Jurado a cantar un tema con ellos -otra vez el público en pie- y al final se fueron animando y su concierto les quedó de lo más resultón. Aunque otra vez el elevado volumen estropeó alguno de los momentos más delicados de su repertorio.

Con For Against empezó parte del desaguisado del sábado, a los cuatro temas decidimos que nos aburriamos lo suficiente cómo para abandonar el Teatro y tomar... el aire. A la vuelta Lisabö ofrecieron un concierto pletórico y un tanto descontrolado, en mi opinión les sobró intensidad y su actuación se quedó un peldaño por debajo del magnifico concierto que dieron en el Primavera Sound. Incomprensiblemente también tocaron alrededor de una hora.

El indie pop de Boy Omega no era lo más indicado para la 1 de la mañana tras tres días de conciertos sin pausa. Así lo entendió el público que en lugar de irse se quedó a hacer mofa de una banda tan joven cómo verde en el escenario. Sus (inútiles) intentos por comunicarse o ser simpáticos eran respondidos desde las butacas con sorna y risas que la banda no acababa de comprender. Lo más lamentable del asunto no fue la actuación, sino el comportamiento de buena parte del público -principalmente palcos- que faltó al respeto tanto a la banda cómo a los demás asistentes.

Chris Adams llegó a Castellón con Hood en suspenso momentaneo, Bracken se presentaron cómo trío y en escena sólo se diferenciaron de su otra banda en la menor presencia de instrumentos "reales" y una mayor presencia de electrónica. El formato favoreció el espectáculo y el suyo fue un buen concierto al que le faltó romper. Le faltan un par de temas más a la altura de Heathens o Four Thousand Style.

Más tarde de las 3 se presentaban unos Thee More Shallows encargados de clausurar el sábado y el festival para muchos asistentes, en lo que fue un fin de fiesta algo tibio con un concierto deslabazado e irregular dónde se centraron exclusivamente en los temas de su última etapa. Destacó el hit Night At The Knightschool que había sonado durante todo el festival.

Con esto y los conciertos del día siguiente a los que no pudimos acudir se cierra una edición del Tanned Tin que baja un poco el listón en cuanto a nivel artístico con respecto a pasadas ediciones. Con respecto al aspecto organizativo poco que objetar, quizás habría que replantearse un poco la cantidad de conciertos para evitar sorpresas desagradables, para dar el tiempo necesario a las bandas para actuar y para hacer que las sesiones sean menos indigestas. No es lo mismo escuchar algo recién llegado que con 25 conciertos en 3 días.

El año que viene se celebrará la X Edición, a ver que nos preparan. Allí estaremos.

Fotos: Carlos, Dani Cantó, Susana M.

4 comentarios:

Unknown dijo...

buena crónica, Jorge
es curioso: tu opinión coincide casi punto por punto con la mía

suitaloon dijo...

Hombre, pudiste ver a 2 que hasta ahora se me resisten: The Sea & Cake, Thee More Shallow. No sé por qué no incluyeron suelo holandés en sus respectivas giras. Por más flojos que dices/n que estuvieron TMS, se tocaron todo el último? Para mi sería casi la selección ideal.

Jorge VF dijo...

No, aunque si se centraron principalmente en él. El horario estricto les impedia tocarlo entero, jaja.

A mi hay temas del principio que me gustan mucho, aunque de esos nada de nada.

Y el nuevo fichaje, un crack :)

Anónimo dijo...

Good Job! :)